Buenas razones para visitar el museo
¿Es posible conocer cómo vivían 8000 años atrás o quizás más, los
primeros pobladores?
Aunque te parezca imposible, mucho de ese pasado tan lejano existe hoy
en nuestro presente; y, un extraordinario lugar para conocerlo es justamente el
“Museo de Antropología de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la
Universidad Nacional de Córdoba.
El museo abre sus puertas. Te permite conocer infinidad de elementos
que han sido reunidos y conservados por muchísimos años. Además, podrás
comprender otros modos de vida y valorar el esfuerzo y el trabajo de muchos
pueblos que, con recursos muy diferentes de los que nosotros tenemos
actualmente, se las ingeniaban para llevar adelante sus vidas.
Podrás imaginar y sorprenderte, pero por sobre todo, descubrir cuán
importante es cuidar y respetar todo aquello que forma parte de nuestro “patrimonio cultural”, es decir, el
legado que nos dejaron nuestros antepasados.
Cabe preguntarnos ahora qué es la Antropología y qué tareas realizan
los antropólogos.
La Antropología es la ciencia que estudia al ser humano en sociedad,
esto es, el desarrollo de la diversidad
humana desde sus orígenes: su evolución, organización, modos de comportamiento
y modos de vida; su lengua y su cultura, en diferentes espacios geográficos a
lo largo del tiempo.
Como verás, es una ciencia cuyo campo de conocimiento es muy amplio,
ya que estudia al hombre desde todos los aspectos de su vida. Por este motivo,
existen especializaciones y ramas de la Antropología que colaboran en este
‘estudio global’ del ser humano. Entre ellas, las más conocidas son: - La Antropología Social, que trabaja con las
comunidades pasadas y también con las contemporáneas, es decir, del presente; -
la Antropología Biológica o
Bioantropología, que estudia todo lo referido a la biología humana en el marco
de la evolución; y, - la Arqueología,
que intenta reconstruir la historia de las culturas a través de los vestigios
y restos materiales encontrados.
Estas ciencias, sumamente importantes e interesantes, relacionan y
conectan sus investigaciones; luego, se ponen en común y se exhiben cuidadosamente
en el museo para que podamos conocer gran parte del resultado de estas
apasionantes tareas.
Desde 1940 el antiguo Instituto de Arqueología, Lingüística y Folklore
comenzó a recolectar bienes arqueológicos a partir de los
llamados trabajos de campo. El
antropólogo se vale del trabajo de campo y de la observación para
desarrollar teorías que puedan explicar una realidad social determinada que
difiere mucho de una cultura a otra, porque las sociedades, los pueblos y las
personas que las conforman son muy distintas entre sí.
En los sitios arqueológicos, los arqueólogos recuperan valiosos
objetos y es a partir de su análisis que harán interpretaciones con el fin de
conocer las diversas prácticas de la vida cotidiana de las personas.
Los objetos encierran múltiples significados, son representativos de
una cultura; han sido generados y transformados para ser utilizados ante
variadas necesidades: alimentarse, abrigarse, expresarse, adornarse, etc. En
otras palabras, esto es lo que se conoce como cultura material; los
restos que han quedado bajo tierra y que son pacientemente recuperados
encierran una información invaluable: “la riqueza del comportamiento humano”.
Valle de
Ongamira.
Precisamente, uno de los sitios arqueológicos más
importantes de la provincia de Córdoba es el Valle de Ongamira, en la región de
Punilla. Aquí, las primeras excavaciones se realizaron entre los años 1940 y
1950, y se continúan en la actualidad. Se cree que las comunidades más antiguas
habitaron allí hace 10.000 años; sociedades nómades de cazadores y
recolectores. La variedad de vestigios encontrados da cuenta de que múltiples
grupos se desplazaban (tal vez) por ese lugar en distintos momentos.
Armar la secuencia de la ocupación humana y conocer
la historia indígena de aquellos pobladores de las Sierras Centrales remite a
un relato de valentía y tragedia de un pueblo que ya se había asentado en dicho
lugar. Ongamira, tierra comechingona, debe su nombre al cacique Onga (Unga)
que, junto a su pueblo, en el año 1574, enfrentó a las tropas españolas que
pretendían apoderarse de sus tierras y de su gente. El cerro conocido como
Charalqueta, uno de los más elevados de la región, fue escenario de una cruenta
batalla donde murieron 1800 nativos. Los que resistieron hasta el final,
acorralados por los españoles, saltaron al vacío desde lo más alto; el último
recurso de un pueblo que no cedería jamás ante el invasor.” Hoy, Ongamira
entraña una belleza digna de ser respetada”.
Actualmente, muchos descendientes de nuestros
pueblos originarios recuerdan y recrean costumbres, danzas, ceremonias… La
diversidad cultural y lingüística presente en muchas regiones de nuestro país
nos invita a conocer y aprender de otras culturas.
Finalmente,
el museo se transforma en un lugar de encuentro: podemos experimentar la magia
de aquel pasado, tomar contacto con nuestra historia y aprender en nuestro
presente.
Fuente de las imágenes: museoantropologia.unc.edu.ar/